sábado, 10 de noviembre de 2007

Para iniciar el diálogo.

Un blog más de política. Sí, tienes razón. Lo es.
Con la particularidad de no hablar sobre partidos políticos per sé, aunque cuestione el quehacer de estos.
Pero, además, tiene otra particularidad: habla de política, partiendo de los valores y el compromiso que suscita en mí el seguimiento de Cristo.
Ahora, yo no sigo a Cristo sola.
Vivo mi fe en una comunidad de referencia.
Fui bautizada católica y este hecho, que muchos consideran una imposición, ha sido para mí una bendición.
Mis padres se impusieron para alimentarme, no como yo quería, sino como mi frágil salud lo necesitaba.
También nutrieron mi mente, con ideas creativas y libres. Nutrieron mi corazón con afectos, y mi voluntad con metas claras y disciplina para alcanzarlas.
En fin, la libertad no es sólo ni siempre de algo sino, básicamente, para algo.
Mis padres y también mi Iglesia me han hecho libre para transformar las posibilidades en realidades.

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Escribo este blog sin pretensiones de tener una presencia cotidiana en él. Más bien, irá creciendo, según pueda ir añadiendo cosas y, sobre todo, evolucionando en el pensamiento.
Pero, eso sí, e insisto: propongo una lectura desde la fe de algunos tópicos de la política. Porque la fe que no se transforme en valores concretos y que no forme –de molde, dar forma– la vida ¿acaso podría llamarse fe?

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Me parece útil también proponer un diálogo de altura. Este espacio está abierto para la disensión respetuosa, para el trato amable, para el reconocimiento de la alteridad y de la pluralidad.
Por favor, no tratemos a nadie con palabras soeces ni con expresiones que denigren la dignidad inalienable que todos poseemos. Al menos, no en este espacio. Quizás en la web existan otros lugares para ello, pero este, en definitiva, no lo es.

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Asimismo, es necesario aclarar otra cosa: parto de la situación concreta que vive Venezuela, mi país.
En realidad, no es fácil vivir en Venezuela, desde hace algunos años atrás. Y no es sólo por la confrontación política que va in crescendo desde hace tiempo.
En realidad, vivimos en un país que, pese a su riqueza material, aún no ha encontrado caminos de justicia, crecimiento y bienestar para todos.
Así, recuerdo que de pequeña, cuando vivíamos en Carapita -Caracas-, en el barrio, nunca vi personas pidiendo de casa en casa, o durmiendo en las calles, o montándose en un autobús para cantar y recibir algo… o para atracar y dejar sin nada a todos. Hasta que fui aprendiendo, y acomodando mis expectativas a esta situación.
Hoy circulo por Caracas con los vidrios cerrados de mi vehículo –muchas veces sofocándome porque no he podido arreglar el aire acondicionado–, pues prefiero morir así y no con una bala alojada en alguna parte de mi cuerpo.
Y eso también tiene que ver con la política. Y con la fe.

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También escribo, porque siento la necesidad de expresar mi voz ante las cosas que van sucediendo en este país. Y compartir mis pensamientos, inquietudes y temores, mis alegrías y esperanzas. Mi fe en Dios, en las personas, en un mañana mejor. Porque yo también espero un mañana mejor.

Para ello, dedico estos versos –escritos por mí hace ya algunos meses atrás –.
Posiblemente no sean muy poéticos, pero expresan no sólo lo que vivía en ese entonces, sino ahora.
Porque justo cuando el cielo está más oscuro, el sol se abre paso con sus rayos.


Cómo te ansío, libertad, cómo te ansío.
Sé que no estás lejos aunque, por ahora, la noche reina.
Sé que tu luz no se nos niega, aunque por ella
necesitemos estar en vela.
Sabemos que nunca los anhelos son tan urgentes
como cuando está cercana la meta.

En este momento de oscuridad,
cuando pareciera asentarse la esclavitud
y establecerse la tristeza,
abro mi alma a ti, oh libertad,
sabiendo que en ti tiene eco mi impaciencia.

Ahora que los miedos renacen,
mientras muchos tratan de desdibujarte
miles gritan tu nombre, sin recelos, a secas.
Te nombran sin reservas, con tu nombre verdadero.
Te gritan en sus consignas la gente de mi pueblo.
Te llevan marcada en la piel, como un sello.

Ahora que tu nombre resulta peligroso
te has querido esconder en las banderas
que alzan los de mi pueblo,
en sus ojos radiantes,
en sus consignas, en sus sueños.
Pasas desapercibida en los miles de pasos
que el tumulto va tejiendo
y, así, el tirano se dispersa
y, sencillamente, te tiene más miedo.

Ahora que la noche es más intensa,
ahora que la impaciencia cala los huesos,
sabemos que de ti nuestra patria está preñada
y te dará a luz, entre esperanzas y anhelos.
Por ti renace nuestra historia,
y Dios reconstruye nuestros entuertos.
Te esperamos, libertad, es ya la hora
de renacer en nuestro pueblo.

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